Se enamoró de Eurídicle con la que se casó.
Los amantes eran muy felices, sin embargo una serpiente mordió a Eurídicle cuando escapaba de Aristeo y cayó herida de muerte.
Orfeo intentó ayudar pero no pudo hacer nada. Orfeo no podía recuperarse y la naturaleza lo acompañaba en su dolor.
Decidió bajar al Averno a recuperarla. Acompañado por Caronte atravesó la laguna Estigia, encontró a las Furias y el perro Cancerbero que custodiaba el palacio de Plutón y Proserpina, los señores de los muertos. Fue hacia ellos, cogió su lira y les cantó.
Los reyes se apiadaron de él. Llamaron a Eurídice y los dos amantes se abrazaron.
Plutón dejó que Eurídice se marchara pero con una condición que Orfeo no la mirara en su regreso.
Los dos regresaban cuando vieron la luz de la salida Orfeo no puedo evitar mirar a Eurídice y esta le dijo adiós y se marchó, los fantasmas no dejaron que Orfeo le siguiera.
Orfeo subió a la colina y empezo a llorar. Desde entonces ya no quiso saber nada más de las mujeres y decidió hacer de los hombres su elección. Esto no gustó a las Ménades con las que había estado en otros tiempos.
Estas se abalanzaron sobre él despedazandolo solo dejaron la cabeza y la lira que cayeron al río Ebro, dicen que su cabeza seguía pronunciando el nombre de Eurídice.
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